Y sin embargo, el porvenir
Das Leben ist am größten:
Es steht nicht mehr bereit[i].
Beltort Brecht. Gegen Verführung (1925)
Realismo cínico, atiborrado de ritos de iniciación en la “inofensiva” cotidianeidad: Fieles que ofrecen como tributo, o diezmo, lo más propiamente singular de los animales parlantes, el deseo y los sueños. Presidiarios, movidos y ofuscados por la rapidez de la marea de los oceánicos tiempos contemporáneos, a saber, un presente acuático que se expande sobre el porvenir que deja huellas, marcas en la lengua y en los cuerpos.
La clausura de la historia, para quienes con ella inauguraron una nueva Belle Époque que duró lo mismo que un suspiro apenas se derruyeron los grandes rascacielos del American way of life. Sin afuera del adentro amurallado y expansivo. Un mundo que no hace mundo, sino que devora y zampa mundos, munditos, cosmos y galaxias. Una maquinaria circular que se repara y anuncia —al instante— una nueva versión de sí misma, sostenida por el goce de las cadenas que saben a libertad.
Monumento a la autoinmolación, el presente. La Guernica picassiana que habito, habitamos y en la que cabe una objeción: No hay crimen perfecto[ii]. Siempre que los “peros” habidos y por haber irrumpan al ritmo de la irreverencia, aun entre discursos que habilitan el habla y otros que condenan al silencio[iii].
¿Qué es un “pero”? Acaso una flor en el ardiente volcán, la dulzura en el corazón más corrompido o la alegría que se avizora —a pesar de todo— en las arrugas de la vejez y en las ojeras del insomnio; la mejor lluvia de todas en el desierto más seco e inhóspito; mariposas y luciérnagas extendiendo su vuelo sobre los desolados camposantos y trincheras repletas hasta el cansancio de sangre, balas y escombros; soñar durante la vida diurna; más vida después del duelo por lo perdido. En una sola línea: Una falla, una pequeña grieta en el universo de lo existente y lo ordinario.
Después de todo, entre los rifles y fusiles de la incertidumbre que apuntan directamente al corazón de la esperanza —o frente a los altares y monolitos conceptuales con los que se ha entronizado un régimen de sentido deprimente y presentista—, conservamos la palabra amorosa del poeta:
Somos los expulsados del Jardín,
estamos condenados a inventarlo
y cultivar sus flores delirantes,
joyas vivas que cortamos
para adornar un cuello.
Estamos condenados
a dejar el Jardín:
delante de nosotros
está el mundo[iv].
[i] Traducción propia: La vida nos sobrepasa/ que no se detiene a esperarnos. [ii] “[..] el crimen nunca es perfecto, pues el mundo se traiciona por las apariencias, que son las huellas de su inexistencia, las huellas de la continuidad de la nada, ya que la propia nada, la continuidad de la nada, deja huellas”. Jean Baudrillard, El crimen perfecto, trad. Joaquín Jordá, España, Anagrama, 3.ᵃ ed., 2000, p. 2. [iii] Constanza Michelson, “El desamparo de la respiración”, La Tercera, Chile, 25 de septiembre 2020 (sec. Opinión). [iv] Octavio Paz, “Carta de Creencia”, en su Obra poética II (1969-1998), México, FCE, 2004, pp. 173-181.
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