Monólogos Sugestivos
Me gustan los fines de semana, días en que se puede beber hasta no recordar, para amanecer el domingo, hediondo y adolorido. Partes de la vida que pareciera, nunca se han transitado, sin embargo, las consecuencias son innegables.
Siempre empezaba así, con uno o diez tragos, después ir olvidándome; seguro, como un hombre inmortal de pasos pesados hechos montañas y, ligeros como viento de verano. Así volamos cuando no sabemos nada de la mente.
El resto de la semana un ritual tortuoso, lleno de personas indeseables, calor, preguntas injustificadas, miradas opacas. La idea era cumplir, envejecer sin darse cuenta, o, tal vez darse cuenta demasiado tarde. Siempre estar preocupado por cuentas, por comprar cosas, por comer, siempre preocupado por cambiar de vida.
México: patria que me acoge y también sin “a”. Salarios que matan de hambre y aniquilan los sueños, soló hay tiempo para sobrevivir, por lo cual, despierto antes que el sol alumbre, me inserto en el baño, mojo el cuerpo para darle un poco de vida, finjo rasurar la barba, me alisto para laborar, el desayuno poco varía. No se cocina para hacer feliz al paladar, sólo es… calmar las tripas.
Salgo de casa como un vicio, andando de forma autómata, para sentir la voluntad del clima, calcular el sufrimiento físico y luego; infligir algunas perturbaciones psicológicas, en fin, los días tienen lo suficiente para joder a cualquiera.
No solamente del clima desequilibrado por mano del ignorante y sus acciones. Las personas, las personas son la cosa que más detesto, durante las veinticuatro horas, porque cuando duermo, sueño que morimos de forma sincronizada.
Ahí voy, al transporte, montarme mientras trato de imaginar cualquier cosa: tengo miedo a envejecer, posiblemente si mi vida fuera más como mis deseos, no me preocuparía, ¿Me gusta viajar en el transporte público, es una de las cosas más divertidas del día, tal vez, de la semana? Veo a toda esa gente preocupada en exceso por banalidades.
Los días se han vuelto una rutina desastrosa, a veces no sé cuál es el sentido de que trabaje o viva. El dinero lo puede todo, incluso llevarte a la calle, se necesita el dinero, a veces más que la vida.
Triste pensamiento que inunda el mundo
embarrado con mierda
en las mentes débiles
de los pequeños perros
MONÓLOGOS SUGESTIVOS
Estudiante de sociología por la Universidad Veracruzana con área terminal en cultura. Con algunas ponencias nacionales y publicaciones en antologías literarias comoGermen por la editorial Conejo Clandestino, así como Grafía por la editorial La cosa escrita.
Contacto: carpe_diem911@live.com.mx
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