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Marcos Becerra Villa

Miedo, factor de gobernabilidad en poderes establecidos y poderes fácticos Zona oriente de la Ciudad


La zona metropolitana de la Ciudad de México es un vasto territorio dentro del cual surgen diversas problemáticas en el ámbito sociopolítico; para fines de este artículo abordaremos una región especifica de dicho territorio y un tema predominantemente presente en las últimas décadas: miedo generado por la violencia ejercida legítima o ilegítimamente y su impacto en la gobernabilidad.

La Ciudad de México se reconoció formalmente como un Estado más de la república mexicana en 2016 y, en 2017, obtuvo su constitución; forma parte de la zona conurbada más grande del país, con municipios del Estado de México, alcaldías de la ciudad de México y se consideran adicionalmente municipios del estado de Hidalgo.

En la zona oriente de este conglomerado se encuentran los municipios de Nezahualcóyotl, Los reyes La Paz, Ixtapaluca, Valle de Chalco, Chalco, Chimalhuacán, Chicoloapan, Cocotitlán, Temamatla, Atenco, Texcoco, Acolman y Tenango del Aire. Del lado de la ciudad de México las alcaldías de Venustiano Carranza, Iztacalco, Iztapalapa, Tláhuac, y Milpa Alta.

Se comparten características históricas similares, ejemplo de ello son los asentamientos que datan de la época prehispánica y gran parte de dicho territorio forma parte de una cuenca lacustre desecada; otra parte integra una cadena montañosa, sobrepoblada a partir de la década de 1970, con vialidades y trazos urbanos irregulares con problemas de inseguridad en general.

La forma de gobierno de los municipios se basa en el cabildo que a su vez se conforma por un presidente municipal, síndicos y regidores, así como unidades administrativas. En cambio, las alcaldías de la ciudad son encabezadas por una figura de alcalde y unidades administrativas.

En dicha zona en las últimas décadas se ha gestado un clima de inseguridad y percepción de violencia generalizada con el aumento en los índices de delitos del fuero común (asaltos en vía pública, casa habitación, en transporte público, homicidios, violaciones y lesiones dolosas). Ciertamente es un fenómeno que ocurre en toda la zona metropolitana, sin embargo, en el presente artículo nos limitaremos a la región oriente y en hechos acaecidos en los últimos 15 años.

Dirimiremos en este artículo sobre Estado, Individuo, Gobernabilidad, Poderes Fácticos y la Relación Violencia-Miedo.

Un poder fáctico es aquel poder establecido sin necesitar legitimarse o legalizarse con suficiente influencia o capacidad de coerción sobre el gobierno y la sociedad; existen diversos poderes fácticos, algunos aceptados con fines legítimos y los no aceptados con fines francamente ilícitos; nos centraremos en el segundo grupo referido. Podemos decir que son grupos de poder paralelos a los poderes formalmente establecidos. En términos teóricos definimos con el autor José Cavero a los poderes fácticos como:

Aquellos grupos de presión con fuerza o potencia bastante como para alterar el curso normal de los acontecimientos, contrariando incluso decisiones de las instancias o instituciones debidamente acreditadas o con solidez democrática.[1]

 

[1] Israel Lay Arellano, “Medios electrónicos de comunicación, poderes fácticos y su impacto en la democracia en México”, México, enero-abril 2013 Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 217. P. 255

Independientemente de adentrarnos en cuestiones de democracia, los grupos que ejercen un poder de facto están en oposición a poderes legalmente establecidos:

[…] Por lo general, a los poderes fácticos se les ubica fuera de las instituciones. Pero hay quienes los identifican, además, entre actores de la vida institucional que rompen con cauces o normas formales.[2]

 

[2] Trejo Delarbre, Raúl “Poderes fácticos, problemas drásticos”. México, enero-abril 2013, Revista mexicana de ciencias políticas y sociales vol.58 no. 217

Por tanto, podemos rescatar: los grupos que componen a los poderes fácticos tienen influencia suficiente para desestabilizar tanto en la esfera gubernamental como en la ciudadanía en general; por sus propios propósitos, su accionar generalmente es ilegal.

Específicamente para fines del presente artículo al referirnos a poder o poderes fácticos estaremos haciendo referencia a grupos de delincuencia organizada dedicados a la extorsión, secuestro, narcomenudeo, trata de blancas. Aclaremos que no nos centraremos en la delincuencia organizada ni ahondaremos en dicho tema o las actividades que desempeña, solo es parte inherente al abordar la relación violencia-miedo y su impacto en la gobernabilidad legal o de facto en un territorio determinado.

Los gobiernos locales y regionales ejercen funciones administrativas y de poder político[3]; para el ejercicio de este último rubro convergen elementos intangibles y abstractos entre ellos la violencia legítima. Al respecto el escritor Vallés escribe retomando a Max Weber:

Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio…, reclama, con éxito, para sí el monopolio de la violencia física legítima. [4]

 

[3] Hablar de poder político va ligado a la idea de Estado concebida por Max Weber referido líneas más adelante.

[4] Vallés, Joseph. M. Ciencia Política. Una Introducción. Barcelona, España. ED. Ariel, S.A. 3ª edición, 2003, pág. 85.

Parte de este artículo se centra en el desarrollo del uso de dicha violencia legítima en un escenario real.

Gobernabilidad es un elemento ligado al buen actuar del Estado, presumiblemente las acciones de gobierno deben reflejar que funcionan y mantienen el orden por medio del ejercicio del poder público.

La gobernabilidad es un concepto que aparece ligado a la democracia y al concepto de legitimidad. Las formas participativas que asuma esta gobernabilidad ayudan a materializar la posibilidad de un gobierno para emprender las medidas que considera necesarias con el fin de lograr la realización del bienestar de su sociedad.

La gobernabilidad se puede entender como ‘la cualidad propia de una comunidad política según la cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio de un modo considerado legítimo por la ciudadanía, permitiendo así el libre ejercicio de la voluntad política del poder ejecutivo mediante la obediencia cívica del pueblo´.[5]

 

[5] Arbos y Giner Cit Pos Cancelado Henry, Gobernabilidad y Ciudadanía. Virajes. Estado y Gobernabilidad. Colombia, diciembre 2012, Revista del Departamento de Antropología y Sociología. No. 1, Volumen 3. Universidad de Caldas. P7.

Cuando se percibe una crisis política por la confrontación de élites políticas y o exceso de demandas sociales ante autoridades que se perciben como incapaces, por mencionar algunos ejemplos, se puede evidenciar que hay ingobernabilidad.

Tomassini, por ejemplo, señala lo siguiente:

La gobernabilidad se refiere no sólo al ejercicio del gobierno, sino además a todas las condiciones necesarias para que esta función pueda desempeñarse con eficacia, legitimidad y respaldo social.[6]

 

[6] Tomassini en Mendoza Cruz, Luis. Gobernabilidad y democracia: el factor institucional. Tesis de doctorado, Universidad Iberoamericana, México, 2008, p. 19.

El uso de la violencia física legítima y la no legítima ha permeado la esfera social y ha generado un proceso de degradación sociopolítica que deriva en el aumento no sólo de los índices delictivos, sino también en la percepción generalizada de inseguridad y miedo; la relación violencia-miedo va de la mano:

[…] La violencia por mucho tiempo fue considerada el resultado de un proceso de descomposición social: la pobreza, las fallas del sistema político, la frustración, la exclusión, así como la opresión, se consideraron como los principios que servían de caldo de cultivo para la explosión violenta de los marginados, la resistencia contra el imperialismo o el medio para acceder al poder. Sin embargo, una vez que se ha “desvanecido” este tipo de luchas, la violencia parece adquirir otro rostro, pareciera que se encuentra inscrita en la constitución de una cierta subjetividad social que es necesario explorar en la medida en que permite ser observada no como un medio, sino como una forma de creación social.[7]

 

[7] Arteaga Botello, Nelson; Arzate Salgado, Jorge Guadalupe; Arzuaga Magnoni, Javier Ariel; Díaz Pérez, Guillermina. Déficit de ciudadanía, violencia y desarrollo: perspectiva desde Iberoamérica. México, 2008, Miguel Ángel Porrúa, UAEM. P. 6

El hecho de que el gobierno haga uso de la violencia legítima tiene como finalidad el control por coerción y los poderes fácticos a través de la percepción generalizada de miedo y, la violencia, se requiere para mantener su existencia. Consecuentemente, el hecho de existir una situación de poder requiere la existencia del uso de la violencia:

La violencia se transformó en la negación de la vida. La violencia, hoy, es manipulada para establecer el poder político, mantenerlo y hacerlo funcionar, pero, sobre todo, para someter a las personas mediante la destrucción directa o indirecta; el miedo y el terror. Actualmente, la violencia solo se identifica con la opresión –concepto que califica el conjunto de comportamientos que tratan de infligir dolor, lesión o destrucción. La memoria olvida pronto que la violencia vivida por las personas es la violencia que proviene del poder, específicamente del Estado. De una forma que es el más de la violencia, la cúspide de ella, pues la produce un sistema que utiliza la razón para lesionar y destruir al hombre…[8]

 

[8] Delgado Parra, María Concepción op. Cit. Álvarez Vázquez, Gustavo; Violencia y campañas políticas: el recurso del miedo. Ídem. P. 132.

Entendamos a profundidad la sensación del miedo en un contexto social, es algo intangible pero perceptible que impacta a nivel macro en una sociedad, pero en primer lugar debe impactar a nivel individual para trascender a un entorno colectivo y surge por medio de un detonante el cual suele presentarse como un hecho concreto directo a un individuo o siendo testigo de un determinado episodio violento. Un factor que genera esta sensación es cuando se presenta una ocasión de ser víctima:

[…] El victimario somete a sufrimiento a la víctima hasta quebrantarle la voluntad haciendo que ésta asuma su sumisión como inevitable; al igual que en términos del mal menor, asumiendo tal circunstancia como la única salida que tiene para mantener su posesión más preciada: la vida. Ello el victimario lo sabe, y es por eso que permanentemente genera situaciones en las que la víctima siente sobre ella tal amenaza latente, la incertidumbre sobre su futuro vital; entonces, el mecanismo con el que juega el victimario es el miedo de la víctima…[9]

 

[9] Álvarez Vázquez, Gustavo, Ídem. P. 135.

Concretamente el miedo es una emoción desencadenada por un acontecimiento el cual generalmente es violento, Bisquerra indica al respecto que:

El miedo se experimenta cuando se percibe que el peligro (el <<otro>> o los <<otros>>) es más fuerte que el <<nosotros>>. Es la valoración de debilidad y subordinación a fuerzas externas que no controlamos la que nos pone en situación de experimentar miedo.

El miedo es una emoción que incapacita para pensar y tomar decisiones. La impulsividad aumenta en relación a la intensidad del miedo. Pero hay momentos en los que ya no se puede seguir huyendo (introyección del miedo). Entonces el miedo se puede convertir en ira (extroyección del miedo). En ambos casos, el miedo y la ira se constituyen como fuerzas políticas motivadoras del comportamiento de masas.[10]

 

[10] Bisquerra, Rafael. Política y emoción. España, 2017, Ediciones Pirámide. P. 74.

A nivel individual se genera la percepción por medio de un complejo proceso:

[…] A través de crearle a la víctima un ambiente simbólico que sea percibido en términos de situación de peligro, a partir de poner en riesgo las certezas existenciales de los actores pertenecientes a sociedades históricamente determinadas, se consigue que se le dispare el mecanismo del miedo.[11]

 

[11] Álvarez Vázquez, Gustavo; Violencia y campañas políticas: el recurso del miedo. Déficit de ciudadanía, violencia y desarrollo: perspectiva desde Iberoamérica. Arteaga Botello, Nelson; Arzate Salgado, Jorge Guadalupe; Arzuaga Magnoni, Javier Ariel; Díaz Pérez, Guillermina. México, 2008, Miguel Ángel Porrúa, UAEM. P. 136

Una vez lograda la creación de dicho sentimiento a nivel individual, la propagación de un episodio violento que generó miedo o incertidumbre sobre la seguridad individual se logra crear la sensación a nivel colectivo. Poder propagar la sensación de miedo requiere el uso de diversos medios formales e informales: medios de difusión masiva como prensa escrita, radio, televisión, redes sociales y difusión de boca en boca. Es menester lograr la propagación para conseguir impactar a nivel colectivo.

La forma en que se utilizan los distintos canales de difusión varía dependiendo si es usado por un poder establecido legalmente o uno de tipo fáctico; en el primer caso la forma es definida por medios institucionales, buscando crear la idea de requerir el uso de la violencia porque es lo mejor para todos y quien la ejecuta es el “bueno”, tiene interés en protegernos.

En el segundo caso la forma se define por canales informales o utilizando medios institucionales indirectamente, buscando fomentar la idea de requerir la violencia porque no hay espacio para opositores o detractores que puedan amenazar su existencia.

Profundizamos sobre los siguientes elementos: la esfera político-social, actores (funcionarios de orden gubernamental, elementos ejecutores de poderes fácticos e individuos integrantes de la sociedad) y un componente abstracto compuesto por la dupla violencia-miedo. La víctima referida en la cita inmediatamente anterior es un individuo afectado por el usufructo del elemento abstracto por parte de un funcionario en el plano gubernamental o ejecutor en el contexto de poder fáctico.

Hasta aquí hemos referido un esbozo acerca de la relación violencia-miedo y la sincronía ejercida con dicha relación por parte del Estado y el poder factico, pero ¿Cómo se desarrolla realmente este proceso en el territorio señalado? Es menester citar algunos ejemplos concretos sobre la forma en que se desarrolla en un escenario real la dupla mencionada:

Sobre el actuar del Estado citemos lo acontecido en San Salvador Atenco entre el 2 y el 5 de mayo 2006.

Contexto: Los pobladores de Atenco se opusieron a la construcción de un nuevo aeropuerto en terrenos agrícolas de los cuales eran propietarios, enfrentando a funcionarios estatales y federales. La presión fue tal que lograron que el gobierno federal finalmente cancelara el proyecto.

De la resistencia a la construcción del aeropuerto surgió la agrupación “Frente Popular en Defensa de la Tierra”, la cual aun después de lograr la cancelación del proyecto siguió existiendo y oponiéndose a proyectos del orden gubernamental, uno de ellos ocasionó la serie de enfrentamientos en mayo de 2006: vendedores de flores originarios de Atenco se negaron a ser reubicados y se rehusaron a dialogar con autoridades estatales y municipales para reordenar el comercio en vía pública, y fueron apoyados por el Frente.

El hecho: Ante una serie de actos que incluyen manifestación y resistencia civil se recurre al uso de la violencia a través de los cuerpos policiales del orden municipal, estatal y federal con el fin de imponer la noción de que el Estado tiene el poder de controlar, como sea necesario, a la población inconforme.

Un elemento clave en los hechos fue la televisión nacional que desempeñó un papel importante en la difusión: primero mostrando cómo los pobladores fueron capaces de repeler y ahuyentar a un primer grupo policial, posteriormente restableciendo la sensación de que el Estado es capaz de establecer el orden usando la violencia legítima de cuerpos policiales.

Otro hecho acaecido en 2011 es ejemplo de poder fáctico.

El contexto: A nivel nacional existe mayor actividad de grupos de narcotráfico y a nivel local el aumento de los índices delictivos en rubros de robo en transporte público, a transeúnte, a casa habitación, extorsión y secuestro, así como la incursión regional de células de cárteles renombrados. Una facción que agrupaba a una organización de mototaxis protagonizó un enfrentamiento con una organización rival y cercana a un frente político opositor resultando varios integrantes lesionados y al menos un fallecido.

Dicho enfrentamiento causó tensión en la zona durante varios días y existen algunas versiones que vinculan dicha situación con una serie de rumores difundidos en municipios aledaños.

El hecho: Propagación de rumores acerca de agresiones de ‘los llamados zetas’ por medio de gritos e incluso uso de equipos de sonido esparciendo el rumor de que están agrediendo transeúntes y destrozando negocios con frases: “ahí vienen los zetas” “están saqueando negocios” “están balaceando”. En este caso los elementos clave en la difusión fueron de boca en boca y las redes sociales. [12]

 

[12] Fuentes consultadas: La revista Proceso 29 de mayo 2012. Sandoval Ballesteros Neftalí, “Las mentiras sobre Atenco”.

La Jornada. 9, 10 y 11 de mayo de 2006.

La cuestión es que con la difusión de dichos rumores se creó la idea de que efectivamente estaban atacando a la población, lo cual generó pánico; las madres de familia se precipitaron a las escuelas para llevar a salvo a sus hijos, los propietarios de negocios decidieron cerrar sus puertas o levantar sus puestos para evitar ser presuntas víctimas de los delincuentes.

Se oían las cortinas metálicas de los establecimientos siendo cerradas de golpe una tras otra generando más pavor por el ruido generado. Los conductores de vehículos de pasajeros decidieron dejar de prestar servicio en la zona y en redes sociales se reportaban balaceras y enfrentamiento entre presuntos grupos delincuenciales.

Posteriormente, personas que regresaban de laborar de zonas alejadas de la región, recibieron mensajes acerca del supuesto escenario de enfrentamientos y en distintas áreas no fue posible encontrar transporte, pero tampoco se encontraban con huellas de los presuntos hechos, incluso circularon algunos videos en los que se constataba que en las calles no pasaba nada, solo fueron rumores difundidos que generaron histeria colectiva.

En fin, se desató una especie de psicosis colectiva que hizo evidente que la sola mención del poder que puedan llegar a tener estos grupos mantiene en vilo y sin capacidad de reacción a la sociedad en general. Una demostración lamentable de quien puede controlar a voluntad.[13]

 

[13] Fuentes: Revista Proceso y el periódico La jornada, 2011.

Brevemente podemos reseñar la evolución de la dupla miedo-violencia en el contexto mexicano y el porqué de la percepción generalizada del incremento de la violencia a nivel regional, referido anteriormente.

[…] Explicar las razones del incremento del crimen y la violencia durante el gobierno de Calderón: la creciente demanda de drogas desde el mercado estadunidense; el tránsito de las drogas por territorio mexicano, desde el sur de la región hacia Estados Unidos; el crecimiento y la diversificación de las bandas criminales y de sus disputas territoriales; el fácil acceso a un mercado de armas cada vez más poderosas; la corrupción y la penetración del crimen en el seno de la policía, los jueces y otros cuerpos del aparato de Estado de rango diverso; el incremento del desempleo y la pobreza, situación que ofrecería una enorme reserva para el reclutamiento de personal por el crimen organizado.

Sin negar los procesos antes señalados, sostendría que lo que articula esos procesos y les da una nueva dimensión ha sido la no reconstitución de la relación mando/obediencia con el proceso electoral del 2006. Su cuestionamiento asumió una cuestión pública y política superior al fraude de 1988. Ello porque las elecciones del 2006 se realizan bajo la percepción de estar en democracia (siendo el año 2000 el parteaguas con el autoritarismo), o bien en transición a la misma, lo que no sucedió en 1988. Ha sido entonces la no reconstitución de la relación mando/obediencia el detonante de la ola expansiva del crimen organizado en todas las dimensiones: multiplicación de carteles, capacidad de reclutamiento y de población ligada a sus operaciones, incremento del trasiego, expansión de actividades delincuenciales, poderío económico, poder de fuego.[14]

 

[14] Osorio, Jaime; Crisis y violencia desnuda: la excepcionalidad mexicana. Osorio, Jaime (coordinador); Violencia y crisis del Estado. México, 2011, Estudios sobre México. Universidad Autónoma Metropolitana. P. 55 y 56.

¿Qué impacto se tiene sobre la gobernabilidad? Partamos definiendo dicho precepto:

De acuerdo con las notas previas, la sensación de aumento generalizado de violencia e índices delictivos no sólo es una estimación superficial, realmente ha sido un proceso de escalamiento del fenómeno. Asimismo, podemos señalar que existe una relación simbiótica entre aparato estatal y grupos delincuenciales que sólo se explica al existir un factor adicional: la corrupción; un factor que permite diluir la frontera entre cuerpos policiales represivos al servicio del Estado y elementos ejecutores de actos represivos al servicio de poderes fácticos. En diversas ocasiones realizan funciones para ambas facciones.

Baste un ejemplo para confirmarlo:

Hechos suscitados entre el 29 de diciembre de 2017 y el 2 de enero de 2018.

El hijo del alcalde del municipio de Valle de Chalco se vio involucrado en un homicidio que requirió de persecución, posterior detención y presentación ante la autoridad competente para esclarecer los hechos, dicha detención se concretó en la entonces delegación Tláhuac, hasta donde requirió trasladarse el delegado para liberar a su hijo; días después en una situación atípica en presunta represalia a la detención se protagonizó la persecución de una patrulla de la delegación Tláhuac en territorio de Valle de Chalco por elementos de la policía municipal de dicho municipio.[15]

 

[15] Fuente Milenio 2018.

La persecución finalizó en la detención de los elementos que viajaban en la patrulla correspondiente a la ciudad de México, posteriormente fueron liberados al acreditar un oficio sobre sus labores en dicho territorio. El hecho generó suspicacia por la cercana detención del hijo del delegado; de una posible venganza por dicha detención.

El impacto final de dicha situación estriba en la sensación de ineficacia y descomposición gubernamental, que se traduce en crisis de gobernabilidad; el sentir del ciudadano es tener un gobierno corrupto e ineficiente incapaz de sostener un buen actuar del Estado y por consiguiente la sensación de enfrentar crisis de gobernabilidad.

Por una parte, se fuerza a mantener el orden con acciones excesivamente arbitrarias, por otra no se logra hacer frente al poder de actuación de poderes fácticos y peor aún, las autoridades tienen tendencia a desvirtuar los fines del buen actuar gubernamental con fines propios.

Lo preocupante del tema es que ante la sensación de la ausencia de presunta protección social que debe proporcionar el Estado al existir gobernabilidad se generan nuevos problemas que podemos identificar como justicieros anónimos, aquellos que enfrentan y abaten a delincuentes comunes, y la proliferación de linchamientos o intentos de linchamiento como posible escarmiento ante la supuesta participación en algún delito.[16]

 

[16] No abordaremos a fondo este tema sólo es menester mencionar brevemente algunos datos:

  • Milpa alta es una de las demarcaciones que más registra hechos recientes con 3 en el último mes: 5 de marzo, 8 y 24 de febrero.

  • El caso mayormente mediático ocurrió en 2004 en San Juan Ixtayopan, en Tláhuac, con el linchamiento de tres agentes de la Policía Federal.

  • Al menos 8 casos de justicieros anónimos se contabilizaron en la región en el 2018.

Fuentes: La Jornada, Excélsior, El universal, El sol de Toluca y Milenio, todos del 2018.

En líneas anteriores citamos a Bisquerra, donde señala que cuando ya no hay salida, el miedo se convierte en ira, lo llama extroyección del miedo, y los fenómenos que hemos mencionado son claros ejemplos de ello.

La pregunta, en consecuencia, es: ¿Cómo hacer frente a dos factores que convergen y generan el escalamiento de la dupla miedo-violencia? La respuesta aún puede resultar ambigua, partamos del hecho de que el origen es multifactorial, para enfrentar un fenómeno similar, de la misma manera requiere múltiples recursos que permeen eficazmente.

El gobierno por su parte en su ámbito de actuación, ejercer sus funciones apegados a derecho y fortalecer las instituciones en contra de actos de corrupción mediante el ejercicio oportuno y diseño eficaz de políticas públicas pertenecientes a la seguridad ciudadana. Digamos, por ejemplo, si el gobierno de la Ciudad de México ofrece enviar policías a diversas rutas de transporte para prevenir asaltos, que sea una acción permanente.

Sociedad en conjunto ejercer acciones que fomenten el sentido de pertenencia, la idea de “no estamos solos”, hacer valer los canales legales para evitar la impunidad. Entre otros, organismos civiles y ONG´s fomentan mecanismos de protección civil[17] institucionales que permiten al ciudadano común hacer frente a un proceso judicial al ser víctima de la ejecución de un delito.

 

[17] Dichos mecanismos son elementos constitucionales y legales, así como vías institucionales para la protección de derechos fundamentales.

En la Ciudad de México existe el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia, cuenta con un centro telefónico que brinda apoyo psicológico o jurídico, así como acompañamiento a víctimas de delitos de dos personas especialistas en el seguimiento ante la autoridad ministerial sobre denuncias o querellas.

En forma individual ser conscientes de quien gobierna y saber como ejercen el desempeño de sus funciones, adicionalmente evitar ser parte de la cadena de propagación de rumores o enaltecer figuras negativas (líderes de grupo criminales que ostentan dinero y múltiples propiedades) como ejemplos a seguir; ante la experiencia de un hecho delictuoso, agotar hasta lo posible los recursos legales.

Para finalizar, partiendo de un referente teórico hemos reseñado en la práctica cómo afecta la relación miedo-violencia en el actuar del gobierno y termina por impactar negativamente a la sociedad. Aun cuando es un escenario complicado, está en manos de todos transformar dicha situación. Hemos comenzado aquí con esta esquematización de la problemática existente.

Fuentes:

[1] Israel Lay Arellano, “Medios electrónicos de comunicación, poderes fácticos y su impacto en la democracia en México”, México, enero-abril 2013 Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 217. P. 255

[2] Trejo Delarbre, Raúl “Poderes fácticos, problemas drásticos”. México, enero-abril 2013, Revista mexicana de ciencias políticas y sociales vol.58 no. 217

[3] Hablar de poder político va ligado a la idea de Estado concebida por Max Weber referido líneas más adelante.

[4] Vallés, Joseph. M. Ciencia Política. Una Introducción. Barcelona, España. ED. Ariel, S.A. 3ª edición, 2003, pág. 85.

[5] Arbos y Giner Cit Pos Cancelado Henry, Gobernabilidad y Ciudadanía. Virajes. Estado y Gobernabilidad. Colombia, diciembre 2012, Revista del Departamento de Antropología y Sociología. No. 1, Volumen 3. Universidad de Caldas. P7.

[6] Tomassini en Mendoza Cruz, Luis. Gobernabilidad y democracia: el factor institucional. Tesis de doctorado, Universidad Iberoamericana, México, 2008, p. 19.

[7] Arteaga Botello, Nelson; Arzate Salgado, Jorge Guadalupe; Arzuaga Magnoni, Javier Ariel; Díaz Pérez, Guillermina. Déficit de ciudadanía, violencia y desarrollo: perspectiva desde Iberoamérica. México, 2008, Miguel Ángel Porrúa, UAEM. P. 6

[8] Delgado Parra, María Concepción op. Cit. Álvarez Vázquez, Gustavo; Violencia y campañas políticas: el recurso del miedo. Ídem. P. 132.

[9] Álvarez Vázquez, Gustavo, Ídem. P. 135.

[10] Bisquerra, Rafael. Política y emoción. España, 2017, Ediciones Pirámide. P. 74.

[11] Álvarez Vázquez, Gustavo; Violencia y campañas políticas: el recurso del miedo. Déficit de ciudadanía, violencia y desarrollo: perspectiva desde Iberoamérica. Arteaga Botello, Nelson; Arzate Salgado, Jorge Guadalupe; Arzuaga Magnoni, Javier Ariel; Díaz Pérez, Guillermina. México, 2008, Miguel Ángel Porrúa, UAEM. P. 136

[12] Fuentes consultadas: La revista Proceso 29 de mayo 2012. Sandoval Ballesteros Neftalí, “Las mentiras sobre Atenco”.

La Jornada. 9, 10 y 11 de mayo de 2006.

[13] Fuentes: Revista Proceso y el periódico La jornada, 2011.

[14] Osorio, Jaime; Crisis y violencia desnuda: la excepcionalidad mexicana. Osorio, Jaime (coordinador); Violencia y crisis del Estado. México, 2011, Estudios sobre México. Universidad Autónoma Metropolitana. P. 55 y 56.

[15] Fuente Milenio 2018.

[16] No abordaremos a fondo este tema sólo es menester mencionar brevemente algunos datos:

  • Milpa alta es una de las demarcaciones que más registra hechos recientes con 3 en el último mes: 5 de marzo, 8 y 24 de febrero.

  • El caso mayormente mediático ocurrió en 2004 en San Juan Ixtayopan, en Tláhuac, con el linchamiento de tres agentes de la Policía Federal.

  • Al menos 8 casos de justicieros anónimos se contabilizaron en la región en el 2018.

Fuentes: La Jornada, Excélsior, El universal, El sol de Toluca y Milenio, todos del 2018.

[17] Dichos mecanismos son elementos constitucionales y legales, así como vías institucionales para la protección de derechos fundamentales.

 

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