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Antonio Arjona Huelgas

La vida se despedaza en gajos


—Pero, hasta el olor de la naranja me recuerda a él. La vez que salimos de día de campo a la laguna llevamos naranjas, puesto que olvidamos el resto de la comida. De todos modos, reímos mucho y la pasamos muy bien


—No puedo creer que digas eso, Lidia


—Créelo, era una parte fundamental de mí. Todo a mi alrededor estaba en él, tanto mis amigos como mi familia. Ahora que no está, no sé qué puedo hacer


—Te introdujo en sus círculos, en sus relaciones. Te fue separando de tus amistades en las que no estaba él. Tenías una vida aparte


—Pero mis mejores amigos eran sus amigos. Mi hermana aún se lleva muy bien con él


—Sí, pero ella misma te dijo la verdad sobre él. Sabes que nunca te amo, quizá él no ama, no ama de esa manera a nadie. Lo que es seguro es que no te amó como tú lo amaste, o creías amarlo


—Es el amor de mi vida. No hay nadie tan semejante a mí como lo es él


—Lo mismo decías de tu pareja anterior, hace años. Todas las personas somos semejantes. Debes dejar de pensar lo contrario


—Pero es que era muy parecido a mí, ¿sabes? Nadie se parecía tanto a mí como él. Y con Alan era joven y estúpida


—No, tenías apegos muy profundos. No te sentías querida, y no sabías quererte. No tuviste tiempo de sanar las heridas que te llevaron a esa relación. Ahora lo tienes, y también puedes sanar lo que sufriste con Alan y con Juan. Te diría que te quieras, aunque eso no cambiará lo que sientes. Debes experimentarlo por ti. Sin embargo, siempre tendrás mi apoyo, siempre creeré en ti. No hay medias naranjas, la vida se despedaza buscando gajos perdidos en alguna parte



—Ya no importa si crees en mí. Debo tomar mis decisiones


—Sí, decisiones libres

— ¡No puedo creer que me digas todo esto después de lo que te hicieron! Tú también estuviste con un monstruo


—Y lo dejé


—Aun así…


— ¿Aun así qué?, ¿me buscó?, ¿me acosó?, ¿me hizo daño?


—No, él…


—Me mató


—…


—No llores. No pudiste hacer más en su momento. La culpa fue de mi asesino


—No puedo seguir adelante sola


—No estás sola. Hay otras que pueden acompañarte, apoyarte. Siempre habrá otras mujeres que te podrán ayudar


—Yo no pude salvarte, ninguna pudo


—Hubieran podido de haberlo sabido y, aunque no, la responsabilidad no era tuya ni de ellas. El mundo nos falló, por eso debemos mejorarlo


—No sé si podré seguir adelante


—Lo harás. Lo sé


—Debo… estar un tiempo sola, por mí y para mí. Salir de aquí. Tal vez ayudar a quién pueda. Podemos ayudarnos entre todas


—Sal de aquí, no puedes seguir hablando con fantasmas. Lucha por las vivas, por las que vivirán, y por todas las que hemos muerto


Lidia dejó de hablar con el espejo y salió de su habitación, dispuesta a seguir adelante.



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