No podía ignorar mi realidad: Félix Márquez
*A sus 31 años es fotoperiodista freelance internacional
*El miedo no es debilidad, es elemental en la balanza
*La profesionalización, el mejor escudo ante el peligro
08/06/2019. Veracruz, Ver.
A sus 31 años no se permite ignorar lo que sucede en su entorno, en medio de una sociedad veracruzana que observa, escucha y calla. Decide enfrentar la realidad desde su propia óptica a través del fotoperiodismo.
Félix Márquez se inicia en la fotografía a los 18 años en diversos medios locales, y por un periodo de dos años decide alternarlo con el periodismo escrito para el portal de noticias de la estación radiofónica XEU de Veracruz, con un empuje crítico.
Cuando el crimen organizado azota el estado de Veracruz, decide tomarse las cosas en serio y empuñar la cámara, calibrar sus lecturas y enfocar un sólo objetivo: todo lo que lastima a una sociedad horrorizada por la violencia.
De estatura media, tez morena, rasgos de una adolescencia tardía, gorra azul de visera larga, jeans, zapatos tenis, y de un semblante serio a poco de suponer que está enojado, el fotoperiodista habla de su profesión.
En un momento de su vida, se erige sobre una ciudad que, desde el año 2007- se despierta de un día para otro entre balaceras, persecuciones, secuestros, desapariciones y cuerpos inertes sobre charcos de sangre en las calles de la ciudad, a plena luz del día.
Cuando la ciudad se encuentra secuestrada por el crimen organizado hasta la fecha, él camina entre el fuego cruzado; con miedo, precaución, adrenalina, mesura y sentido humano, pero con un feroz deseo de documentar lo que sucede a su alrededor.
Después del corte del listón inaugural de la exposición “Fotoperiodismo y Documental de Veracruz”, el pasado viernes 7 de mayo, en los pasillos del edificio Trigueros de la administración municipal, Márquez deja su cámara a un lado para contar con palabras.
El fotoperiodismo
“El fotoperiodismo se ubica como una rama de la fotografía, que tiene su diferencia entre lo que representa un paisaje o un retrato bien tomado, y aquella imagen que lleva implícito un hecho noticioso”, subraya el egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (UV).
“No se necesita tener la formación periodística para dedicarse a esta profesión”, afirma, “no obstante talleres y cursos son elementales para ejercer la tarea, y de alguna manera no romper con los estándares de objetividad y neutralidad de lo que tanto se habla”.
En este sentido tiene discrepancias con la objetividad y la imagen fija, “porque desde que apuntamos, estamos siendo subjetivos, estamos emitiendo nuestra postura, eso hace más enriquecedor el trabajo, no sólo es hacer el registro fotográfico, es aportar tu posición”.
No existe vocación como fotoperiodista sino existe compromiso social: “no me podía hacer de lado, porque el fotoperiodista que se hace de lado de la realidad que está frente de su casa o su escuela no tiene la vocación de esta profesión”.
Respeta a cada fotógrafo que hace su trabajo desde sus trincheras, aunque asegura que como profesional y ciudadano se debe asumir “nuestra propia realidad”, así la imagen puede ser útil y ayudar a la sociedad.
El miedo, no es debilidad
La realidad implica riesgos y Félix Márquez los afronta con determinación, consciente de los peligros a los que se enfrenta, con preparación y conocimiento de lo que sucede: “debemos ser valientes, pero también prudentes”.
Su mejor escudo contra las agresiones en la cobertura informativa es la preparación en cursos y talleres, la capacitación es la clave para salir vivo en su andar en las zonas más hostiles en la ciudad de Veracruz, el país y el extranjero.
El miedo es un termómetro al que el maestro de la lente atiende siempre, no lo percibe como una debilidad, sino como un indicador para la toma de decisiones en momentos cruciales.
“El miedo ayuda mucho a enfrentar estas situaciones, si uno no tiene miedo de las cosas que le pueden pasar, cometes muchas tonterías, eso es parte de la balanza”, sostiene a 13 años de trayectoria.
Depende del contexto en el que se trabaje para enfrentar riesgos: conocer el lugar, las historias que se están procesando, usar casco, chaleco, botiquín de primeros auxilios, y más allá, saber de balística para ver donde te puedes resguardar, y “saber hacia dónde uno tiene que correr”.
Un fotoperiodista, dijo, “se debe cuidar de todos, porque la línea es muy delgada entre las autoridades y el crimen organizado”, afirma ejemplificando con los casos de Ayotzinapa, en Guerrero; los jóvenes asesinados en Xalapa y el sangriento periodo gubernamental del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte.
Durante la administración del ex mandatario veracruzano, Javier Duarte, -detenido hasta hoy -, Márquez fue desacreditado al exponer fotografías de autodefensas en los alrededores de la entidad veracruzana: “Lo que me salvó en ese entonces fue que mi cámara estaba programada, que al descargar las fotos en un programa de software te arroja los datos de dónde y cuándo se hizo la fotografía”.
La prevención
Si de algo está consciente el también periodista veracruzano es que los hechos de violencia no se pueden adivinar, no se sabe qué ocurrirá, pero considera que sí se pueden tomar precauciones a partir de la capacitación y actualización.
“El límite lo siento. No existe una fórmula, pero no sólo creo que este sólo sea por intuición, sino también por el conocimiento del contexto y de los personajes en el área de trabajo. Cuando veo que el riesgo es elevado, entonces trato de salir”.
En el quehacer del fotoperiodismo para Márquez, existe un enemigo invisible pero que puede ser tanto o más letal que las mismas balas: “Si llevas conocimiento de donde puedes colocarte, resguardarte; si puedes concentrarte, entonces llevas las de ganar, pero si la adrenalina te puede, es complicado salir sin que te pase nada, es fundamental conocer tus límites”.
La cercanía con los personajes ha reconocido al fotorreportero. Las víctimas no sólo le cuentan sus experiencias, también le abren sus corazones. Padres y madres que lloran a sus hijos. “Nuestro trabajo contribuye -quizá- a encontrar a los desaparecidos o a difundir sus historias, porque en cada imagen siempre hay una detrás”.
La recompensa
Comprometido, responsable, incisivo en su postura gráfica, Félix Márquez es uno de los fotoperiodistas que ha documentado no sólo los hechos violentos en el estado de Veracruz, también ha hecho la cobertura puntual de los desaparecidos y el descubrimiento de las fosas clandestinas ubicadas por colectivos de la sociedad civil, del cual se desprendió su primer libro, Testigo de la violencia. Memoria gráfica del Veracruz contemporáneo.
En sus más de dos décadas de edad, es fotorreportero freelance para diarios internacionales como AP Noticias, el diario holandés Volkskrant, el diario canadiense The Global Mail, así como fotógrafo para organizaciones no gubernamentales como Greenpeace.
Ha decidido trabajar así por las difíciles condiciones económicas que encierra la profesión del fotoperiodista en nuestro país, considerando, además, las nulas garantías laborales en empresas periodísticas. Pero, sobre todo, por los riesgos que implica dicha profesión en nuestro país / en México.
Todas son experiencias recogidas a lo largo de su andar, en cada paso, en cada encuadre, en cada clic; todas las imágenes son importantes para él como lo son también los sucesos y personas en ese instante, pero hubo algo que lo conmovió sobremanera más allá de lo profesional: “El asesinato de Rubén Espinoza, pues era más que mi colega, mi amigo. Él huyó de Veracruz a la Ciudad de México y, bueno, fue asesinado en la época de Javier Duarte”, menciona Márquez con solemnidad y tristeza antes de apagar la voz, pues también padeció el exilio después de este hecho que conmovió al gremio periodístico nacional.
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