El escepticismo en torno al COVID-19
“Ver para creer” reza un dicho traído desde la biblia a nuestra realidad. Éste muestra incredulidad ante algún hecho, y se ha expresado durante la pandemia en México, donde podríamos tener diversas hipótesis para poder responder lo que pareciese una gran irresponsabilidad por no seguir las indicaciones de la Secretaría de Salud en torno a la cuarentena dictada durante un mes.
Este escrito pretende dar una explicación sobre el porqué la gente no cree que sea verdad el problema del Coronavirus y por ello, siga saliendo a la calle sin siquiera tomar medidas básicas de protección. La realidad es que, en nuestro presente, la verdad sigue sin ser absoluta, al contrario, ahora cada persona tiene la posibilidad de tener sus propias verdades, las cuales respondan a su entorno inmediato o sus creencias. Entonces, es prudente poner sobre la mesa a la posverdad, un término reciente, y que responde a esta ruptura que se dio en quién dice qué es la verdad.
En primera instancia, hay que tomar en cuenta que, desde la ilustración, se ha tenido como meta que la vida se rija por una verdad basada en la objetividad, principalmente por las ciencias, y en todo caso, tiene una carga mayor en las que se consideran como exactas.
Este fenómeno tiene una amplia difusión en la actualidad a través de los medios de comunicación y es algo con lo que tenemos un contacto cercano durante gran parte de nuestro día a día; por ello encuentro una gran relación con la situación que vivimos.
El COVID-19, un nuevo virus que ha mermado a la humanidad y que inició en Wuhan, China, ha provocado grandes acciones precautorias como cancelaciones de grandes eventos que, hablando económicamente van a representar grandes pérdidas. En el caso de México, las medidas que se han tomado, de cierto modo no han sido fuertes en comparación con algunos otros países, como Estados Unidos que llegó a cerrar sus fronteras.
Incluso, las medidas hasta ahora tomadas se han hecho de manera paulatina, en miras de no afectar con un gran golpe a la economía, que de por sí se estaba viendo afectada por la caída del precio del petróleo, con lo que se ha tomado como media la suspensión del servicio de lo que no se considera esencial y tratando de evitar que las personas salgan a la calle, salvo que sea indispensable.
Bajo este panorama, es pertinente empezar por visualizar el problema con las personas que no creen que sea cierta la pandemia o que consideran que no es un tema tan grave como para acatar las medidas sanitarias que han dado tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud. La percepción que se tiene en torno a ello, tiene que ver con una verdad y una realidad, lo cual ha sido tema de controversia a lo largo de la historia de la humanidad.
Un ejemplo claro de ello es la verdad en Platón mediante su mito de la caverna y si se piensa en la actualidad, podría encajar en los medios de comunicación, pues estos se encargan de darnos la realidad, en forma de noticias; sin embargo, las personas no pueden estar del todo seguras de que lo que ven es completamente cierto. Entonces, se puede decir que vivimos bajo la ilusión de las noticias; esto respondería una parte de lo que se intenta analizar; es decir, las personas tienen la necesidad de experimentar la realidad, ser parte de ella, ver para creer.
A partir de esto, se puede observar que las personas, en general, tienen una tendencia al conocimiento empírico, necesitan de la experiencia para tomar como real algo; así que es por ello que en necesario meter a la discusión a Karl Popper es un autor que retoma la parte de la creación del conocimiento.
Habla más acerca de la teoría, cuál es una verdadera y lo que conlleva que lo sea, pero también parece prudente tener su visión para analizar el problema de la creencia de esta pandemia. Se sigue en la línea de que una verdad corresponde a los hechos y uno de los criterios para invalidarla, tiene que ver con la falsación; en ese sentido, las personas que no creen en lo que sucede, están paradas en esta parte de la teoría, su experiencia permite falsear lo que se dice en los medios.
Mediante esta forma de aproximarse a la realidad, también nos lleva a pensar si, en realidad la verdad tiene una función en la vida de las personas, puesto que, Todorov plantea una idea en el que:
“El objetivo es la autonomía del individuo, la capacidad de examinar de forma crítica las normas establecidas y de elegir por uno mismo las reglas de conducta y las leyes; el medio, el dominio de capacidades intelectuales fundamentales y el conocimiento del mundo”[1]
Esto quiere decir que el individuo tiene la libertad de elegir su verdad, pero esta debe de ser fundamentada, debe de tener algún sustento que logre validarla sobre otras. Sin embargo, aquí se halla otro problema, porque puede notarse que la elección de sus verdades son meras respuestas inmediatas a sus situaciones cotidianas.
De eso se desprende la siguiente idea: en nuestra actualidad interactuamos gran parte del día a través de redes sociales, por lo que estamos expuestos a demasiada información, así entran en juego las fake news y, por ende, la posverdad. Hablar de lo que provoca esto durante la pandemia, resulta una consecuencia de no tener un pensamiento crítico, aunque se puede tener uno propio, que es en el que las personas se han estado basando.
Bajo esta lógica de tener un pensamiento propio, pero sin ser crítico es parte de lo que hace proliferar a la posverdad; es decir, más allá de ir en contra de una verdad basada en fundamentos objetivos, se da por medio de creencias, incluso esto puede tornarse irónico, ya que la mayoría de las creencias no tiene un sustento que los avale como reales.
Entonces, las fake news, en esta situación, pueden responder a que las personas necesitan de un motivo que le ayude a continuar con su vida, evitando los problemas emocionales que puede representar la pandemia como la ansiedad y la depresión. No representa la mejor manera de sobrellevarlo, pero sí resultaría efectivo en un corto plazo, pero contrastarlo con las que no lo creen y, sin embargo, siguen con su vida de lo más normal, es peligroso porque su verdad no está basada en nada, no intentan falsear la verdad, simplemente se dejan llevar por el hecho de que es un problema que no ha pasado por su experiencia, significando que al no tener un registro tal cual, en su vida, es falso.
Si bien, la experiencia es una manera para obtener conocimiento, no es el único medio por el cual se puede alcanzar. Dudar de todo y creer lo que conviene representa una ruptura con el conocimiento. Pensar en que no existe una verdad absoluta ayuda a ser escéptico con lo que alguien pone como verdadero; sin embargo, este no puede ser el caso, debido a que surge a partir de un conocimiento científico, la medicina.
Por ello, para concluir, hay que pensar en que la principal pandemia que estamos viviendo se da por medio de las fake news, y en la medida en que no se tenga una cultura de pensar las situaciones con objetividad, no se podrá avanzar en distintos ámbitos de la vida. Lo preocupante también, es la veracidad que se les está dando a distintas personalidades, algunas consideradas influencers, algunas otras ya conocidas, pero que son parte de la distribución de noticias falsas. En tanto se siga apelando a una suerte de confianza en aquellas personas sin tener un criterio objetivo de lo que está pasando en realidad, no se podrá avanzar.
Bibliografía:
Tzvetan, Todorov. (2008) El espíritu de la ilustración. Círculo de lectores. Barcelona
[1] Tzvetan, Todorov. (2008) El espíritu de la ilustración. Círculo de lectores. Barcelona. Pág. 73
[1] Egresado de Sociología. Facultad de Estudios Superiores Acatlán.
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