Criticar al Critico: Evodio Escalante y las máscaras de la crítica
¿Sirve la crítica literaria para algo?
¿En México tenemos verdaderos críticos o sólo escribientes que se dedican a elogiar ciertas obras que en realidad no valen lo que deberían?
¿Cuáles son los caminos que debe recorrer el estudioso para llegar a la conclusión si una obra vale o no la pena?
¿Debe pesar más el vituperio balbuceante o el juicio feroz que hace el crítico sobre una obra?
¿Debemos, como lectores, hacer caso omiso de la concepción que tiene un especialista sobre alguna obra literaria?
Son muchas las interrogantes que tenemos al hablar de la crítica, especialmente, de la crítica literaria en nuestro país, afortunadamente a lo largo del siglo XX y XXI han existido personajes que nos han dado luz sobre estos cuestionamientos, uno de ellos es el poeta y crítico Evodio Escalante.
Como crítico de la literatura mexicana, Escalante ha logrado trasgredir los meros límites acuñados por sus maestros directos e indirectos (pienso por ejemplo en Alfonso Reyes o en Antonio Alatorre) logrando así, imprimir su propia marca a la hora de realizar el ejercicio crítico. Me gustaría que las líneas siguientes, sirvieran para mostrar el pensamiento de Escalante a grandes rasgos, en torno a su concepción de crítica y su forma de erigirla.
Habría que iniciar diciendo que para Escalante la crítica tiene como finalidad servir a la verdad, aunque no sólo eso, la crítica se transforma en una forma de acción social, una manera de incidir en los lectores, siendo esta una tentativa por cambiar al mundo ¿Exagerado? No me lo parece, se ha dicho que sin poetas en el mundo, la realidad nos devoraría, me parece que lo mismo sucedería en un mundo sin críticos.
La figura del crítico no lleva de la mano por los caminos desconocidos de la obra literaria, es un Virgilio que nos muestra el sendero para llegar al cielo, nosotros como lectores incapaces de ver todo el panorama que contine una obra literaria, debemos recurrir a un guía para que nos muestre aquello que no podemos descubrir de manera inmediata, todo ello con el fin de que cambie nuestra percepción de la obra, para que nos revele, por medio de su gran erudición, el sentido total de la obra literaria.
¿Y qué hay de la profesión del crítico frente a los autores? Si bien, para Escalante el oficio del crítico es muy loable, también la crítica genera un sin número de enemigos:
“La profesión de crítico es muy ingrata; te ganas enemigos constantemente en la medida de que haces juicios que no son del todo favorables, pues el autor siempre espera que digas que es un genio…”[1]
[1] Ismael Lares, “Criticar la crítica, entrevista con Evodio Escalante” Gaceta Frontal. pp 4, 2016.
No obstante, como ya lo ha dicho, y vale la pena reiterarlo, ante todo el crítico debe ser honesto, debe servir a la verdad sin importarle las consecuencias que esto puede traerle. Verdad, honestidad, mordacidad, erudición, resistencia y demás elementos forman parte fundamental dentro de la obra crítica de Evodio Escalante.
Para ejemplificar lo anterior tomo el libro Elevación y caída del estridentismo (Conaculta/Ediciones sin nombre, 2002) donde, Escalante, señala los errores y las omisiones de los grandes críticos mexicanos en torno al movimiento estridentista. Si Escalante hubiera preferido ser elogiado por sus colegas (Antonio Alatorre, Carlos Monsiváis, José Joaquín Blanco y Vicente Quirarte) habría continuado con las erróneas concepciones que se tenían acerca del estridentismo; en cambio, Evodio prefirió revelar la verdad sobre dicho movimiento de vanguardia, a través de una mirada aguda, la cual nos hizo advertir la radical importancia de dicho movimiento, demostrando así la originalidad del grupo:
“Creo que ya es tiempo de que, con respecto al estridentismo, se levante el prolongado castigo que permita intentar una nueva valoración”
ha indicado Escalante en su ensayo.
Otra de las virtudes del crítico, es la capacidad que tiene para descubrir o redescubrir fenómenos literarios que antes se desconocían o se ignoraban, tal como lo hemos visto con el estridentismo, o como bien puede notarse con el poeticismo, movimiento poético que frente a las concepciones de distintos críticos e inclusive de los propios autores, resultaba baladí, infructuoso y carente de relevancia dentro del panorama de la poesía mexicana. Para bien, Escalante por medio de una gran percepción supo mostrarnos la radical importancia que tuvo este grupo de poetas, tanto en su tiempo como más allá de este:
“Entre la memoria y el olvido hay una tercera zona, la del limbo, un ámbito habitado por fantasmas que nadie reconoce… El poeticismo es uno de estos fantasmas… Este; es pues un primer intento serio de ubicar su alcance y sus consecuencias dentro de la poesía mexicana” [2].
[2] Escalante Evodio. La vanguardia extraviada. México: Coordinación de Difusión Cultural. 2003.
Como ya lo mencioné atrás, el crítico nos guía, nos alumbra, trata de volver claro aquello que nos parece negro. Un verdadero crítico, no tergiversa lo dicho por un autor, o lo esconde, o termina por moldearlo a su favor, el propósito del crítico es iluminar lo complejo, como lo hace Escalante en un breve pero conciso libro sobre Heidegger ¿Es este libro una mera biografía, escrita tan solo para entrar en los numerosos estudios en torno al filósofo alemán?
No lo creo, el libro de Escalante, tiene como propósito dar luz al pensamiento complejo de Heidegger, nos socorre frente a los términos Dasein, Ser para la muerte, Ser ahí, entre otras cosas más. Remarco, el crítico nos revela algo que no podemos mirar, a pesar de nuestras lecturas y relecturas.
En su deseo por reafirmar y colocar al fenómeno de la crítica en primer orden, Escalante también (por extraño que pueda sonar) se vuelve un crítico de la misma crítica, un metacrítico si se le puede llamar así. Con ello, Escalante, reformula las viejas concepciones que se tienen acerca de la crítica, prueba de ello es el ensayo “Lo viejo y lo nuevo en la crítica literaria” en Las metáforas de la crítica (Gedisa. 2015) donde realiza una nueva clasificación de las actitudes que debe tener el crítico frente a la obra literaria: La del crítico autoritario, la del crítico democrático y la del crítico contingente. Por medio de explicaciones eruditas, Escalante nos obliga a repensar la labor del crítico, sus capacidades, sus actitudes y las habilidades que debe tener al momento del análisis de la obra.
Es verdad que a lo largo del siglo XX nuestra nación ha tenido críticos sobresalientes y eruditos como Antonio Alatorre, Ramón Xirau, Rosario Castellanos, Carlos Fuentes, Margo Glantz, José Emilio Pacheco, Luis Mario Schneider, Felipe Garrido, Silvia Molina, Guillermo Sheridan, Vicente Quirarte, Adolfo Castañón… Pero lo que también es cierto, es que muy pocas veces en una sola figura podemos encontrar los rasgos ya mencionados a lo largo del presente ensayo, de ahí que la obra crítica de Evodio Escalante se vuelva fundamental para las nuevas generaciones de críticos, sirviendo como un ejemplo de lo que debe y no debe hacer la buena crítica.
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