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Karla Alejandra López Aguilar

Calaverita sociológica a la doctora Elisa


La FES-A está tan sola a causa de

esta gran ola. Los pasillos esperan

ansiosos la llegada de aquellos

ruidosos.


Los edificios cinco y seis han perdido

los estribos al no escuchar el sonar de

los libros.


La sociología latía cada que sus

alumnos una clase recibían.


Ahora sólo espera que todo el

conocimiento que absorbían en

práctica lo pondrían.


Por el corredor se veía a la doctora

Elisa a toda prisa, siempre tan precisa,

junto con Jesús a quien le daba el

patatús porque no pasaba el autobús.


Se disponen a enseñar para que los

alumnos accionen y sus mentes

reflexionen.


Marx, Simmel, Weber, son el pan de

cada día, pero con enorme alegría los

hacen entrar en sintonía y de esa

manera la clase aprendía.


Un día con hábil sutileza la catrina la

puerta atraviesa, asombrada le dice a

la doctora que con ella se tendrá que

ir; la clase se asustó, pero no lo

permitió y a la catrina castigó.


Clemencia pidió, pues, no la dejaron ir

hasta que un ensayo entregó donde el

positivismo explicó.


Desde ese día la catrina jamás volvió

y la doctora Elisa con su hermosa

sonrisa la clase siguió.



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