¿Qué haremos sin ellos?
Actualmente estamos viviendo una situación muy difícil, y en algunas ocasiones hasta trágica, por el brote de un nuevo virus, el COVID-19. Nos la pasamos viendo en las noticias y redes sociales sobre el número de muertos que hay día con día, e intentamos seguir las medidas de seguridad, pero no nos hemos puesto a pensar, y, ¿si esos muertos, son nuestros muertos?, no entendemos bien la situación hasta que lo vivimos en carne propia.
Mi objetivo es analizar las consecuencias que se viven en las familias a causa de la pérdida de nuestros adultos mayores.
¿Qué es el COVID-19? Es un virus que apareció en China. Después se extendió a todos los continentes del mundo provocando una pandemia. Actualmente Europa y América son los más afectados.
Sus síntomas son: Tos y/o fiebre y/o dolor de cabeza, se acompaña de al menos uno de los siguientes: dolor o ardor de garganta, ojos rojos, dolores en músculos o articulaciones (malestar general), los casos más graves tienen dificultades para respirar o falta de aire en sus pulmones.
Afecta a todas las personas, pero corren más riesgo las personas mayores, mujeres embarazadas, las personas con alguna enfermedad previa como cáncer, diabetes o hipertensión.
Las recomendaciones para los adultos mayores son:
¡Quédate en casa! Mantenla limpia, pero no recibas visitas en estos días, en especial de tus nietas y nietos.
Lava tus manos con agua y jabón, de 10 a 20 veces diarias. Puedes usar alcohol gel al 70%.
No te toques la cara.
Al toser o estornudar, tápate con un pañuelo desechable o el ángulo interno del codo.
Come sanamente: mucha verdura, fruta y agua. Cero refrescos, cero comida chatarra.
¡No consumas alcohol ni tabaco!
Si padeces diabetes o hipertensión, chécate azúcar, presión sanguínea y temperatura cada día.
Mantén 1.5 metros de distancia de las personas.
Por ahora, saludar de lejitos es mejor. No lo hagas de beso, mano, ni abrazo.
Aleja el miedo realizando actividades que te gusten: leer, escuchar música, escribir, tejer, hacer rompecabezas…
Haz ejercicio en casa. Puedes caminar, bailar, sentarte y levantarte de una silla, yoga, hacer estiramientos…
Designa a alguien de confianza si necesitas ayuda, hacer compras o ir al médico.
¡No te automediques! Checa si tienes medicina suficiente y si se va a acabar, pide que te la compren.
Se está yendo “la generación de oro”, la generación fuerte, la generación de los abuelos, los adultos mayores que vivieron tiempos difíciles, que por necesidad tuvieron que trabajar desde pequeños, que sin tener educación, ya que no asistían a la escuela, y si lo hacían era poco tiempo, criaron bien a sus hijos, y les dejaron buenas enseñanzas; la generación que aprendió de respeto hacia sus mayores, una generación única que incluso la música que oían no era de violencia.
Esiquio Rodríguez Morales 1925-2020
Se están muriendo las personas que levantaron al país, que trabajaron la mayor parte de su vida y que ahora lo que querían era sólo disfrutar de sus nietos, y ¿cómo están muriendo?, solos, necesitando de un tanque de oxígeno para poder respirar, en camillas, aislados, con miedo, se van sin molestar; los que menos molestan y se van sin un adiós; los que no merecen irse; nosotros siendo jóvenes no nos ponemos a pensar de esa manera e incluso por momentos se nos hace fácil salir, y muchos otros creyendo que el COVID-19 únicamente es un invento para meter miedo a la gente, pero es real y lo estamos viviendo, y por desgracia, los más grandes se están muriendo, y eso está afectando aún más a sus familias.
Ferdinand Tönnies, en el texto Sociología de la familia, hace mención acerca de los lazos que tenemos como familia, de cierta manera el papel que tenemos cada uno, y la convivencia que llevamos. Cuando habla sobre “la mesa”, ya sea una mesa grande o pequeña, una mesa lujosa o un pedazo de madera, lo importante es que todos convivimos y compartimos tanto en familia estando en la mesa, desde momentos felices, buenas noticias, hasta problemas, y dificultades que se nos presentan.
En la silla principal, la silla que está al frente y representa autoridad, aunque no lo mencionamos así, Tönnies lo menciona, la persona que toma ese lugar de cierta manera representa poder, por decirlo de algún modo, es la cabeza de la familia, pero ahora si nos referimos a esta situación, y están muriendo las personas adultas, entonces, ¿quién ocupará ese lugar?, ahora ¿quién se sentará en la silla que representa poder?, en la silla donde se sentaba el abuelo, donde se sentaba el papá.
La mesa podrá seguir llena pero se sentirá la ausencia de la cabeza principal de la familia, ahora las reuniones y fechas importantes serán un poco tristes, ya no estará la persona que nos repetía una y mil veces la misma historia, que era la figura de autoridad que todos respetábamos, ahora la mesa aunque se vea llena, se sentirá vacía.
“La mesa es la casa misma” (Ferdinand Tönnies)
Estando con esta enfermedad, sin poder salir de casa y con una pérdida dentro de la familia, afecta demasiado a las personas, incluso dentro de las recomendaciones, está hacer ejercicio y ocupar nuestra mente en actividades que podamos realizar dentro de nuestras casas, pues de no ser así, podríamos incluso llegar a caer en depresión.
El virus afecta más a los adultos mayores porque los sistemas inmunitarios más viejos son más débiles.
A medida que envejecemos, las respuestas del sistema inmunitario innato y el adaptativo cambian. Los monocitos de los individuos mayores producen menos interferón en respuesta a la infección viral.
Dada la dificultad que las personas mayores tienen para controlar la infección viral, la mejor opción es, de entrada, que eviten ser infectadas. Y ahí es donde la idea del distanciamiento social adquiere importancia, en especial en lo referente al COVID-19.
Corría el año de 1925, nació en una familia de Michoacán Esiquio Rodríguez Morales, siendo el décimo hijo de la familia Rodríguez. A pesar de vivir en una familia unida, sufrió durante su adolescencia, le tocó vivir como los enemigos de la familia mataron a 3 de sus hermanos, tuvo que comenzar a trabajar desde pequeño como campesino y ayudar a sus padres en lo que podía.
Cuando tenía 16 años conoció a una mujer de la que se enamoró, Paula Morales Alcantar, sin imaginar que sería la mujer con la que viviría toda la vida. Cuando cumplió 18 años, se casaron y decidieron vivir en el estado de México, por la inseguridad que vivían en Michoacán, tuvieron 8 hijos, y aquel hombre salía día con día a trabajar para poder llevar dinero a su casa y así su esposa recibirlo y poder darles alimento.
Ambos sin educación escolar enseñaron a sus hijos a tener valores, a crecer como personas honradas y respetando siempre a los demás, y así juntos lograron sacar adelante a sus hijos hasta que cada uno tuvo su propia familia. Con tanto que les enseñaron y a pesar de que ya eran muchos entre los hijos, las nueras y los nietos, no perdieron los valores y siempre compartían la misma mesa, era una costumbre ir a visitar cada domingo a los abuelos y pasar un día agradable estando todos juntos, en medio: la mesa y en la silla principal Esiquio Rodríguez, el abuelo.
Toda la familia compartía nuevas historias, lo que han vivido día con día, en la casa era normal escuchar risas y música, una familia muy alegre, que, gracias a los abuelos, Esiquio y Paula se siente un ambiente agradable y de respeto, los lazos familiares y la convivencia son muy buenos. Hasta que se comienza a escuchar sobre ese terrible virus, y el miedo entra en la familia, y aquel hombre que nació entre la guerra, fallece a causa de una pandemia.
Aquel hombre fuerte y de grandes valores era mi abuelo.
Y así como yo viví la muerte de un familiar muy cercano por coronavirus, muchas personas están sufriendo lo mismo, estamos perdiendo a nuestros adultos mayores.
Y, me pregunto: ¿qué haremos sin ellos?