De pausas a pausas
“En su sentido más amplio el término pausa refiere a aquella breve interrupción de un movimiento, proceso o acción que se estaba desplegando. La misma puede llevarse a cabo con el objetivo de descansar un momento porque se alcanzó un límite agotador, para luego de la misma retomar la actividad con más ímpetu, o en su defecto, puede responder a la sucesión de algún hecho imprevisto que provoca la mencionada interrupción”. |
Las anteriores líneas corresponden a la definición más sencilla y adecuada de ese concepto (https://www.definicionabc.com/general/pausa.php),
y, que me permiten decir que también existen otros tipos de pausas, como las producidas por el cansancio, o, simplemente, las que se realizan porque no se sabe qué hacer.
En muchas ocasiones, las pausas obligan al detenido a buscar las alas que tanto le faltan. A veces, las pausas tan solo son el aviso de la muerte o la desaparición. Las pausas generalmente conllevan a alguna búsqueda. Dice esa bella canción, Soneto a mamá, de Joan Manuel Serrat, que se ha olvidado el camino de regreso, entonces, sobreviene una pausa corta, larga, mediana, intermedia, guerrera, pacífica, blanca, azul, nocturna, diurna, melancólica, estacional.
Desconozco si las pausas engordan, tienen valor curricular o sólo ayudan a regenerar la memoria, pero admito que las pausas tienen un lazo enérgico con el tiempo y con la lluvia. Si no, revisen todas las escenas de cualquier película donde la situación se dificulta e invariablemente llueve, es decir, hay una pausa que obliga al asesino a detener el cuchillo, la víctima puede esconderse o mínimo cubrir su rostro con el brazo para no mirar el golpe, el escritor piensa mejor si debe morir el malo o el bueno y el editor criminaliza las comas y los adverbios mal colocados.
Cuando hay una pausa, el tiempo baila tango con la muerte. Se regocijan.
Seguro que las pausas deben tener calcio porque permiten crecer. Aunque lo que crezca sólo sea la angustia contenida, el miedo almacenado, la ansiedad acurrucada en ese resquicio blandito que todos llevamos dentro. Se piensa que el resultado de una pausa sea el comienzo de una nueva historia, pero el golpe de la realidad es brutal cuando se advierte que nada ha cambiado, sólo se ha perdido el tiempo mientras la vida se esfuma. Dicen que la melancolía sin memoria no es posible, así también las pausas obligan a mirar atrás y adelante y repensar el camino, pero el sendero a elegir siempre estará lleno de enigmas indescifrables.
Por un motivo por todos conocido y padecido, hoy en día estoy viviendo en una pausa, no del todo deliberada, pero ha sido un despegarme del aquí pensando en no volver, pero reconozco que soy terca...