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Bruno Daniel Cruz

La muerte no puede ganar


Abstracto: La pandemia del coronavirus (COVID-19) está cambiando la vida cotidiana en formas nunca vistas. Instituciones globales, el mercado y las interacciones sociales se adaptan a una nueva realidad basada en el distanciamiento físico y las comunicaciones tecnológicas. El temor ha impedido una respuesta adecuada a las nuevas formas de vida social.

La muerte no puede ganar

La pandemia del COVID-19 ha evidenciado la frágil existencia humana. En tiempos de pesimismo global y volatilidad económica, la solidaridad colectiva es el único camino hacia adelante. Esta pandemia ha evidenciado la fragilidad de las infraestructuras necesarias para nuestra supervivencia. En esto momentos se respira una atmósfera desalentadora alimentada por el pánico y el miedo; sin embargo, necesitamos reanimar el espíritu humano rápidamente y presentar un frente unido contra un temor y miedo.

Lamentablemente, el miedo ha paralizado nuestra vida pública. El mundo entero está en cuarentena con el objetivo de reducir el número de muertes por el COVID-19. De repente, las calles se vaciaron, las plazas, escuelas y lugares públicos cerraron, y por primera vez en años la contaminación atmosférica se redujo significativamente. Nuevas formas de socialización han nacido en vísperas de la reducción de la vida pública (Fuch, 2020). La tecnología está permitiendo formas distantes de comunicación, asimismo el uso del internet por largas horas está creciendo (Markel, 2020). Ante la nueva realidad global, otras formas de solidaridad han aparecido, sin embargo, el miedo y el temor a enfermar y morir dominan el discurso de público.

Bajo estas condiciones, el sistema financiero mundial está colapsando (Wolf, 2020). Durante semanas las pérdidas en los mercados monetarios llevaron a los principales expertos a la conclusión de que una nueva recesión global está por iniciar. Algunos epidemiólogos han sugerido que el COVID-19 afectará profundamente el modelo de economía global y representará un desafío a las políticas neoliberales; por ejemplo, Wallace (et. al, 2020), insiste en que esta pandemia socavará al capitalismo y "[reintroducirá] al hombre de vuelta a los ciclos de regeneración de la Tierra... redescubriendo la individualización... más allá de los límites del Capital y el Estado." Sin embargo, existe miedo e incertidumbre sobre el posible impacto del coronavirus en la estructura políticas y social.

Las decisiones gubernamentales sobre la salud pública están afectando nuestro estado mental causando extrema ansiedad psicológica. Para las familias pobres, la pandemia y el Estado de excepción (Zizek, 2020) impuesto por el gobierno, les ha costado perder sus empleos y viviendas. Esto les convertirá en una sobrecarga para el sistema de bienestar social. Para la mayoría de la población, la pandemia COVID-19 aumenta la carga psicológica y eleva los niveles de estrés. Incluso para los que gozan de recursos económicos substanciales, esta pandemia es una restricción al despilfarramiento en lujos y un recordatorio sobre la fragilidad de la existencia humana—una crisis existencial.

La pandemia del coronavirus se extendió por todo el mundo en poco menos de tres meses. Esta pandemia está llevando al mundo a un punto clave en donde la respuesta política configurará inevitablemente el futuro de las interacciones humanas y las dinámicas sociales (Zizek, 2020). Algunos analistas sociales están considerando dos posibles respuestas a la pandemia. Por un lado, las voces tradicionales están pidiendo que se ajuste la vida diaria a la nueva realidad de limitaciones económicas. Por otro lado, las voces progresistas están planeando la "reconstrucción de la sociedad... [en] términos humanos basados en la necesidad humana y sin beneficio privado. (Noticias Al Jazeera, 2020)”.

De acuerdo con el sociólogo Christian Fuchs (2020), existen dos resultados sociopolíticos posibles. Ya sea que aparezcan "nuevas formas de solidaridad y socialismo o… [que] avance la guerra y el fascismo." Algo es seguro, la muerte de miles de personas por el virus está creando nuevas formas de solidaridad, un gobierno más fuerte y la readaptación del capitalismo a una nueva realidad sociopolítica. Estas consecuencias están transformando drásticamente nuestras instituciones y la vida cotidiana de las personas en todo el mundo.

En el planeta, la pandemia del coronavirus ha obligado a los gobiernos a regular la vida pública de manera nunca vista. Estas medidas sociales están deteniendo efectivamente el número de casos positivos del coronavirus; sin embargo, esas precauciones han restringido en manera absoluta el movimiento de personas y bienes. Por ejemplo, el presidente Donald Trump utilizó la pandemia COVID-19 para cerrar las fronteras a las personas que buscan asilo político y refugio humanitario. También, limitó la exportación de equipo médico necesario para atender a los enfermos del COVID-19. En esta crisis global no hay espacio para los gobiernos fascistas y sus exhibiciones ultranacionalistas de poder. Tampoco hay tiempo para detenerse a contemplar el número abrumador de muertes que ha causado el coronavirus.

Analistas sociales nos han advertido sobre el peligro inminente de permitir que las ideologías radicales se difundan durante esta pandemia (Fuch, Noticias Al Jazeera, Zizek, 2020). El estado de excepción es terreno fértil para las ideologías autoritarias que promueven la limitación de los derechos y libertades en nombre de un enemigo común. Las restricciones gubernamentales han paralizado nuestra sociedad hasta el punto en que se vive con el miedo constante de salir a la calle, ser contagiados y fallecer. La cuarentena ha suprimido las libertades y los derechos políticos con el fin de proteger la salud pública. El temor ha puesto en peligro las instituciones democráticas y ha obligado a vigilar las acciones ciudadanas detalladamente. Incluso las voces más progresistas piden que se monitoree y castigue en nombre de la salud pública (Zizek, 2020). A largo plazo, es mejor preservar las libertades y derechos políticos antes de permitir que el temor y miedo dicten una nueva realidad social.

El primer paso para salir de la crisis es reconocer y remendar las debilidades de nuestra gobernanza y sobre todo tener el valor suficiente de reformar las insuficiencias de nuestras instituciones (Verhofstadt, 2020). En los próximos meses, las instituciones sociales, económicas y políticas cambiarán drásticamente. Es nuestra responsabilidad resguardar la democracia, sus libertades y derechos y no permitir que el miedo y el temor controlen la vida cotidiana.

El temor es un enemigo paralizante que bloquea la racionalidad y la lógica ya que rápidamente gana control y conduce al peligro y la muerte. Las respuestas gubernamentales se han divido en posturas políticas opuestas. Por un lado, el darwinismo social aboga por la "inmunidad grupal" e insiste en pretender que se continúe, en lo posible, con normalidad, la vida. Por otro lado, las tendencias más cautelosas están ganando popularidad por sus medidas de prevención que tienen como objetivo congelar la vida diaria y mantener el statu quo a la espera de que ocurra un milagro (Fuch, Verhofstadt, Zizek, 2020). Ambas posturas son individualistas y carecen de un enfoque a largo plazo.

Mientras tanto, la pandemia del coronavirus está ocasionando nuevas formas de desigualdad social y control estatal. El crimen en las calles se ha reducido mientras los delitos informáticos han aumentado. Los corporativos están monitoreando el consumo masivo para evitar las compras de pánico. En las redes sociales los comportamientos neuróticos se ponen en evidencia mediante memes y videos virales.

La brecha entre los recursos médicos disponibles y la incidencia de casos positivos está generando un grave impacto en la atención a la salud pública. Los trabajadores no calificados pero cuyo trabajo es esencial durante esta pandemia están siendo sobre explotados mientras que la mayoría de la población se encuentra en casa viviendo con el temor de enfermarse y no contar con los recursos de salud adecuados. Alrededor del mundo, un número alarmante de trabajadores del sector salud están muriendo, tratando de salvar vidas, mientras que el sector servicios continúa generando ganancias (bajo horarios de operación modificados y limitados) poniendo en riesgo la salud de trabajadores y clientes.

Como ciudadanos globales, tenemos que presentar un frente unido contra el temor y miedo, porque no hay más remedio que luchar. No se puede permitir que la muerte gane. Tenemos que luchar y hacer que las muertes de miles de personas por el COVID-19 no sean en vano. Esta pandemia tiene el potencial de borrar nuestra existencia (Wallace et all, 2020), pero en nuestras manos está poder salir adelante, así como lo hemos hecho en el pasado.

Es tiempo de buscar nuevas formas de intercambio económico basadas en demandas humanitarias, en lugar de continuar produciendo mercancías con el fin de generar riqueza. Debemos adaptarnos a una nueva división social del trabajo con el fin de proteger y preservar la vida del personal médico. No podemos mitigar en gastos en el sector salud, sino que debemos garantizar la protección de la salud pública, así como sus demandas y necesidades. Tanto el personal médico como los trabajadores de apoyo, y otros servicios esenciales para la salud deben ser protegidos.

Colectivamente, debemos garantizar el suministro de alimentos y artículos esenciales basados en la ubicación y distribución global de los recursos y no en la gestión de riqueza. Construyamos nuevas formas de solidaridad colectiva que movilicen y vuelvan la vida a la normalidad. No comprometamos nuestra existencia basada en el miedo, pánico y temor a la muerte. Lloremos juntos el fallecimiento de nuestros seres queridos para que entonces juntos podamos vencer a la muerte.

 

Referencias

Fuchs, Christian. (2020). La vida y la comunicación cotidiana en el capitalismo del coronavirus. tripleC 18 (1), 375-399. https://doi.org/10.31269/triplec.v18i1.1167

Markel, Howard. (2020, 04 de marzo). Con el Covid-19, la tecnología está haciendo que la historia se repita. Wired. Consultado el 1 de abril de 2020. https://www.wired.com/story/opinion-with-covid-19-tech-is-making-history-repeat-itself/

Noticias Al Jazeera. (2020, 3 de abril). Noam Chomsky: ‘La pandemia de coronavirus podría haberse evitado’. Al Jazeera.

https://www.aljazeera.com/news/2020/04/noam-chomsky-coronavirus-pandemic-prevented-200403113823259.html

Verhofstadt, Guy. (2020, 25 de marzo). “La Unión y COVID-19: ¿Hay futuro después del fracaso?” Centro de Política Europea. https://www.epc.eu/en/Publications/The-Union-and-COVID-19-Is-there-a-future-after-failure~30ef58

Wallace, Rob, Alex Liebman, Luis Fernando Chávez y Rodrick Wallace. (2020). COVID-19 y los Circuitos del Capital. Monthly Review 72, Consultado el 1 de abril de 2020. https://monthlyreview.org/2020/03/27/covid-19-and-circuits-of-capital/

Wolf, Martin. (2020, 14 de abril). La economía mundial se está derrumbando. Financial Times. https://www.ft.com/content/d5f05b5c-7db8-11ea-8fdb-7ec06edeef84

Zizek, Slavoj. (2020). ¿Supervisar y castigar? ¡Sí, por favor! El Salón Filosófico, http://thephilosophicalsalon.com/monitor-and-punish-yes-please/

[1] Bruno Daniel Cruz completo estudios de Ciencias Sociales con una concentración en Sociología. Actualmente es estudiante de Informática Forense. Sus intereses incluyen Teoría del Cine, Geoprocesamiento y Metafísica.

 

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