Ardiente firmamento
¿Qué son los soles ardiendo frente a la oscuridad que de mí emana?
Mancha imborrable, huella identificable. En cansinas y vacías huellas se buscan señales de reflejos, ancestral danza para que lluevan estrellas. Aullando a una ausente y tan lejana Calisto. Sintiendo ahogo por las infinitas lágrimas de madres que por nada del Mundo dejan de tejer el gigantesco tapiz espacial imborrable. Al pie de la sofocante fogata esperando por el incontable relato de boca de cientos de grises figuras difuminadas pero eternamente sabias. El peregrino viajero que logró ser dueño de su alma, envuelto en azuloso fuego que quema pero no consume, buscando la historia más extraña jamás contada para susurrarla al oído del firmamento. En morados desiertos con parlantes palmeras que cantan al unísono, sol en mi nuca abrasador. Espejismos somnolientos frente a mí se cristalizan. Cargando con legiones de pensamientos inconclusos. Mostrando mis escritos a ciegos, declamando en una derruida Palmira, ante un público ausente. Destruyendo bóvedas celestes por la tarde dibujadas con explosivas rosadas nubes nacientes.
¿Qué son los soles ardiendo frente a la oscuridad que de mí emana?
Son deseo. Son lascivia. Son conocimiento. Son nada.