A ver qué pasa…
Ayer dormí en la calle. Recién acabo de llegar de mi pueblo para tratar de encontrar un futuro aquí en México. La ciudad es muy grande y todos van corriendo a todos lados, pero parece que no hacen nada. Limpiecitos, bien vestidos, bien comidos. No es como allá en el pueblo donde el día comienza a las cuatro de la mañana; donde te vas al cafetal namás con un café en la panza.
Aquí para ir a cualquier lado hay que agarrar camión; allá no, allá se camina, en el cerro, entre los árboles. De día o de noche. Aquí me ven raro por no traer zapatos, si supieran. Allá esos zapatitos que traen, por más bonitos que estén, no les servirían de nada.
Aquí toman agua en botella; allá se toma agua del chorro, de donde nace el río. Me ven raro porque no me visto como ellos. Aquí hasta el más jodido se pone su saco y su corbata. Me ven raro porque ando cargando mi caja. Porque acabo de llegar. Ellos me ven raro porque voy llegando y yo los veo raro porque no sé a dónde van. La ciudad es fría, huele feo, a miados.
Tengo hambre, lo que daría por un pozol. Ni modo, no me queda de otra que ver qué puedo conseguir.
El Juan se vino hace un año, a vender sus artesanías. Ya tiene rato que no sé d'él. Ojalá lo encuentre. Andar caminando solo sin conocer da miedo.
Ayer que llegué y me puse a caminar, una patrulla se me emparejó y avanzaba a mi paso. ¡Qué voy a ser peligroso!, tengo más miedo que un ratón al gato andando aquí en México. Ni modo, tengo que seguirle. O me regreso para morirme de hambre o me muero de miedo con unos pesos en la bolsa.
A ver qué sale...