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Joaquín Balancán Aguirre

Cuevas Landero, Elisa, Pérdida de Texas. La versión no contada 1825 -1835, México, Ediciones El nido


A la par del discurso de odio y segregación construido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, una potente ola literaria ha llenado las mesas de novedades de las librerías con textos que abarcan diversos aspectos de la conflictiva relación México- Estado Unidos desde muchas perspectivas y formas narrativas de entre los cuales predomina el ensayo.

Esta forma literaria es el recurso más utilizado por escritores de todo nuestro continente y particularmente de México, los cuales han expuesto de muchas y variadas formas, un espectro de temas que van desde la personalidad y salud mental de Trump hasta las condiciones antropológicas, históricas y sociales de ese fenómeno tan odiado por él como es la migración.

En este marco, quiero referirme al interesante texto de la Dra. Elisa Cuevas: Pérdida de Texas. La versión no contada 1825 -1835, un ensayo nacido desde la indignación y que mueve a la indignación pero también a la conciencia histórica de nuestro país.

En sus poco más de 90 páginas y 5 capítulos, la autora expone, de manera sintética y clara, un acontecimiento histórico de gran relevancia, como es el proceso de pérdida de la mitad del territorio nacional a manos de los Estados Unidos hace casi 200 años.

A través del uso de fuentes de primera mano, como son diarios de la época y documentos de funcionarios del gobierno, así como de la obra de los intelectuales más influyentes en ese momento histórico, la autora demuestra que el proceso de pérdida, fue iniciado por muchos factores, uno de ellos propiciado por la administración gubernamental al permitir la entrada de pobladores angloestadounidenses en los territorios del norte a fin de habitarlos.

Lo anterior, fue posible por la existencia de una débil legislación y de un gobierno carente de recursos financieros y humanos que pudieran cerciorarse del cumplimiento de la Ley, así como de un grupo de empresarios y migrantes angloestadounidenses sin posesiones o un futuro claro en su país de origen.

¿Acaso esto último, es una historia conocida? Sí, por lo menos en alguna de sus partes este es el relato de vida de miles de migrantes mexicanos, de Centro y Sudamérica que a diario arriesgan su integridad -y en ocasiones la de sus hijas e hijos- para cruzar la frontera de los Estados Unidos.

Por ello, he mencionado que este ensayo nace de la indignación, no visceral, sino de la indignación motivada por el conocimiento de las causas sobre la pérdida de este territorio y de la conformación de la nación estadounidense. Gracias a estos argumentos, el texto confronta la actuación de los angloestadounidenses con el argumento simplista y redentor del presidente Trump sobre los migrantes mexicanos y su condición de delincuentes.

De igual forma, el libro muestra una ironía brutal de la historia como es que hace casi 200 años ese territorio fue mexicano y quienes lo habitaron eran migrantes, invasores y filibusteros angloestadounidenses, hoy casi 200 años después, ese territorio ahora es habitado por muchos mexicanos, pero ya no pertenece a nuestro país.

Por otra parte, además de todo el cometido reflexivo de Pérdida de Texas. La versión no contada 1825 -1835, el texto también sale en defensa de Antonio López de Santa Anna, quien históricamente ha sido señalado como el único responsable de la pérdida del territorio y usado retóricamente por el nuevo gobierno mexicano como sinónimo de claudicación, despojo de los bienes nacionales y descalificación a otras fuerzas políticas. En este sentido, la investigación permite aclarar que no solo a su incompetencia puede atribuirse este hecho, sino a una cadena de muchas incompetencias y desafortunadas decisiones.

Finalmente, la reflexión tan interesante que logra el libro con el argumento histórico, nos hace lamentar su brevedad, sin embargo también deja la mesa llena de interrogantes para el lector cómplice que desee buscar más.

En suma, el texto de la Dra. Cuevas es un llamado a la reivindicación del fenómeno migratorio, tanto de los Estados Unidos hacia México, como de México a Estados Unidos, así como al entendimiento de la dinámica que tiene ese territorio desde hace mucho y que la historia nos demuestra que ninguna frontera -física o mental- ha podido parar jamás.

 

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