Mártires de la Democracia
I
Un disparo de bazuca a San Ildefonso, armas para destruir libros, estudiantes con ideas diferentes, los rojos, subversivos. Un valiente Javier Barrios declarando luto para la máxima casa de estudios, izando la bandera a media asta. Gente en las calles alzando la voz, pidiendo, exigiendo. Jóvenes llamando a la gente a unirse, en cada esquina un templete, un orador y concurrencia. No había insultos, la gente se paraba a escuchar. Había algo de razón en lo que en esa época se decía.
Policías y militares, semillas de lo que después se conocería como la Brigada Blanca de Nazar Haro. Se hablaba de cubanos y rusos infiltrados, incluso armados, Liga Comunista 23 de Septiembre.
Una tarde de cine, una cena, romance. Ese nunca se extinguió.
En el camino de regreso la pareja se sorprendió al pasar por Ciudad Universitaria y ver mucho movimiento, en la noche, a escondidas, sombras moviéndose, tomando posición, casi como queriendo ocultar algo. En casa el hijo menor esperaba a sus padres, leyendo, haciendo la tarea o tal vez sólo jugando al fútbol con los vecinos, las porterías delimitadas por piedras y chiflar cada que pasaba un carro, en la calle León y Gama, colonia Obrera, muy cerca del centro de la ciudad.
Cuando la feliz pareja abrió la puerta de su casa y el hijo les preguntó que cómo les fue, la seca respuesta fue: - Bien -pero luego asustados, y con ojos muy abiertos replicaban-: hay tanques y militares con rifles en mano, en las calles. Se alistaban cobardemente, rodeaban la Universidad.
II
Julián ayudaba siempre en el taller de su papá, una imprenta. No estudiaba. Nunca se le dio bien. Con 19 años, pelo que le llegaba a los hombros, novia de 17 años, escuchando a los Beatles o a los Rolling Stones y respeto en la colonia, por haberse agarrado a golpes alguna vez y salir victorioso, saber usar los puños, los cuales eran sumamente grandes para su endeble (al parecer) constitución física. Era lo suyo.
Manejaba desde los 13, ese día en la cajuela, cargaba tambos de gasolina. Mal augurio, mala suerte, o simplemente los hados se volvieron en su contra. Nunca, nadie, ni su familia lo sabrá.
Cuando los famosos agentes lo detuvieron, miraron dentro de la cajuela y al ver su juventud, se convencieron a sí mismos con la idea de que esa gasolina iba destinada al "Movimiento" a los "Rojos".
¿Qué fue de él? ¿Qué fue de todos ellos? ¿Cuántos eran? ¿Alguien llevaba la cuenta? Sólo un número más a la interminable lista. Un desaparecido más del que sus padres ya no supieron, simplemente no llegó. No se volvió a saber de él. El Estado lo catalogó como subversivo o enemigo. Desaparecido.
En el campo militar número 1 hay incineradores para caballos. Un cuerpo. Varios. Pudieron haber terminado ahí, y las cenizas, bueno esas siempre se las lleva el viento.
III
En su habitación se sentía frustrado, sin ganas de nada, con la boca seca, decidió salir a caminar. Recordó los enfrentamientos con la Federación Nacional de Estudiantes de Francia, esos malditos derechistas pensó, no veían que el enemigo eran ellos mismos. Todavía le dolían los golpes recibidos el 10 de Mayo "La noche de las Barricadas" le habían llamado.
La policía había logrado disolver la marcha y la columna retrocedió. ¿Cómo hacer entender a la gente lo que era justo? La educación era una broma, y el querer hacer parecer que todo estaba bien, sólo lo hacía peor. ¿Cerrar Nanterre y la Sorbona, era una respuesta válida? Claro que no. La educación, la información, el decir lo que se piensa, el defender un ideal, siempre es la respuesta.
Seguía enojado y no se había dado cuenta de hacia dónde había caminado. Las calles estaban desiertas. La impotencia era tan grande que le daban ganas de llorar. Arrastrando los pies, chocó con una pared, levanto la vista y leyó: << Il est interdit d'interdire! [1]>>
[1] Está prohibido prohibir
Esas palabras le hicieron sonreír, nuevos ánimos le fueron insuflados. Si él como joven e inexperto podía comprender la importancia de esas palabras y todo lo que conllevan, algo podría lograrse. No todo estaba perdido [2].
[2] El 13 de mayo de 1968. 200, 000 personas se congregaron y 9 millones de trabajadores siguieron la convocatoria de huelga en toda Francia.
IV
En el Casco de Santo Tomás en Ciencias Biológicas y en la Escuela Superior de Economía, se libró una batalla. Una que rara vez es mencionada en los libros de Historia de la Secretaría de Educación Pública. Entre gente con rifles que seguía órdenes y jóvenes con libros que actuaban impulsivamente.
En esa época en México había profesores que Franco expulsó y que Tata Cárdenas acogió. Se cuenta que cuando los soldados comenzaron a llegar y las tanquetas comenzaron a rodear, esos profesores, enardecieron a los jóvenes a no dejar que pasara lo que en la España del Generalísimo pasó.
Valientemente acudieron al llamado. Libros, teorías, juventud, arrojo, tenacidad y una que otra pluma eran sus armas. La gente de los alrededores al Casco al ver que los militares disparaban a matar, arrojó ladrillos a los jóvenes para que pudieran de alguna manera defenderse. Barricadas con pupitres y mesas, carros y camiones requisados de alrededor. Supongo que los militares se llevaron la sorpresa de su vida al ver que un grupo de jóvenes que no sabían sobre estrategia pudieron aguantar el embate de un ejército preparado, que se entrena para acabar con el enemigo día y noche, sin preguntar, siguiendo órdenes ciegamente.
El enemigo ese día eran estudiantes.
Rara vez las palabras se imponen a las balas.
Reflexión
Obreros, estudiantes, profesionistas, pequeños empresarios respondieron al llamado: ÚNETE PUEBLO.
Contamos y nos quieren seguir engañando como si en pleno 2018 no existiera nada de esto, nos seguimos cegando, seguimos siendo como el traidor Sócrates Campos Lemus, dándole oxígeno al mal gobierno, siendo cómplices.
¿Cuántos 68´s se necesitan para despertar? ¿Cuántos Acteales? ¿Cuántos Ayotzinapas? ¿Cuánto ácido se necesita para disolvernos?
Siempre que leo algo sobre 1968, ya sea sobre marchas, levantamientos, grupos armados en cualquier lugar del mundo, algo me intriga, algo que causa conflicto en mi interior, entra en mi mente y llega hasta mi corazón.
No logró comprender la razón.
Me llega una y otra vez el mismo planteamiento: Si yo hubiera vivido en ese año 1968.
¿Qué habría hecho? ¿Qué habrías hecho tú?
“Nada con la fuerza, todo con la razón”.