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Nosotros

  • Arturo Oscar Suro Cruz
  • 30 sept 2017
  • 4 Min. de lectura

El pasado 8 de septiembre Ricardo Díaz, conductor de la empresa Cabify, asesinó a Mara Castilla, una joven de origen veracruzano que vivía en el Estado de Puebla donde estudiaba su carrera en Ciencias Políticas.

Esta noticia se puede investigar en cualquier medio de comunicación puesto que fue un acontecimiento que se hizo viral y que tuvo una trascendencia muy importe a nivel social. Es por eso que, como paréntesis, me gustaría poner dos preguntas a manera reflexión que no abordaré, porque mi interés es otro al escribir este texto, pero que creo significativo poner sobre la mesa: Si cada día existe un número importante de asesinatos a nivel nacional, y de éstos, un número alarmante a los que corresponden a los feminicidios ¿Por qué hay casos que se hacen más virales que otros? y ¿Desde qué punto de vista se debe de ver un feminicidio? ¿Legal, teórico o los dos?



CARTEL POR TECERVIA.MX


FUENTES:

ANIMAL POLÍTICO


FOTO: MILENIO NOTICIAS

En consecuencia del asesinato de Mara, se realizó una marcha en la Ciudad de México el día 17 de septiembre, dos días después de otra marcha efectuada en Puebla. Con las insignias: NiUnaMenos, TodasSomosMara y Vivas nos queremos, es que cientos de mujeres formaron un contingente que salió del Zócalo y que se dirigió a la Procuraduría General de la Republica. El contingente estaba conformado por feministas, separatistas; víctimas de violencia de género y por un grupo mixto donde había tanto mujeres como hombres.


FOTO: MILENIO NOTICIAS


Cabe resaltar que, en cualquier marcha siempre se estipulan lineamientos para la colocación de las organizaciones que se expresan, esto con la finalidad de marcar límites y barreras que salvaguarden la seguridad de todos y de cierta manera defender la ideología que construye el mismo acto que se está representando.


Ejemplo de esto, el hecho de no permitir que un hombre esté al frente del grupo. Norma que no respetó el famoso periodista de la revista Proceso, Jenaro Villamil, cuando, por decisión propia y en mi opinión narcisista, se ubica al frente del grupo, alegando que los hombres también deben participar en la lucha de otro género y que estaba ejerciendo su trabajo como prensa.


Por consiguiente, un grupo de mujeres repudian este acto y sacan al periodista del contingente. Independientemente de cómo se haya desarrollado la acción y de las consecuencias que trajo consigo, hay una pregunta que me parece importante analizar y que la construyo con base en un debate que se llevó a cabo la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, donde estudiantes de Comunicación se plantearon distintas cuestiones, entre ellas la siguiente: ¿Un hombre debe estar presente en un movimiento social de mujeres?


Las respuestas fueron variadas: por un lado había una aceptación de que el hombre participara pero que a su vez, éste estaba obligado a respetar las reglas que se estipulaban. Por el otro había personas que decían “Pero yo, siendo hombre, puedo entender por lo que pasa una mujer, dado que tengo madre y tengo hermanas o hijas”. Las opiniones eran muchas y en concreto no se llegó a un acuerdo sino más bien a la construcción de distintas cuestiones y planteamientos dignos de reflexión.

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Es por eso que el sentido de este texto es contestar que no, los hombres no deben de estar presentes en un movimiento social de mujeres o, si ellas lo permiten, participar con una distancia significativa y muy marcada.


Esto lo digo porque el hombre nunca va a entender el sentimiento que rodea el hecho de ser mujer y estar incrustada en una sociedad que históricamente la ha reprimido, violentado, abusado, denigrado. El hombre siempre ha vivido en un privilegio total que le da una calidad de vida diferente y por más empatía y humanidad que tenga no podrá concebir ni sentir lo que por años ellas han vivido.


No podemos pretender luchar con una bandera que no entendemos. No podemos unirnos con una expresión que nunca vamos a comprender. Nosotros en ninguna parte del mundo estamos obligados a llevar una vestimenta que rose los tobillos y cubra nuestro cuerpo; a nosotros nunca nos han negado el derecho a estudiar, a votar, a pensar.


A nosotros no se nos acosa sexualmente con el mismo grado de intimidación; no se nos asesina por ser hombres; no recaen en nosotros estigmas como frágil o débil. No se nos adjetiva con conceptos que ejercen violencia como puta, perra, golfa. Nosotros no poseemos la misma presión moral; no se nos juzga con los mismos preceptos; no asumimos las mismas dolencias, las mismas responsabilidades.


Foto: Organización GIRE , una iniciativa contra el acoso sexual en el transporte público.

Históricamente el hombre ha sido “superior” y la exclusión es algo que no hemos sentido porque desgraciadamente la historia la han contado los mismos hombres. Nosotros no somos juzgados por cómo nos vestimos, por cómo nos comportamos.


En fin, creo que hay distintas cosas que nos hacen diferentes y que no nos ubica en la condición adecuada para poder pertenecer a un movimiento que debe y tiene que ser propiamente de mujeres, porque son ellas las que luchan con el tiempo, con la herencia histórica; con la violencia que día a día viven y el contexto social en el que están sumergidas. Sólo ellas van a poder batallar por sus derechos, por su voz, por su lugar en el mundo, porque son las únicas que tienen ese sentimiento que el hombre nunca va a entender.


Apoyemos, pero primero escuchemos y seamos sensibles en lo más posible que se pueda, pues no podemos meternos con cuestiones ajenas a nosotros. Maduremos, dejemos de lado tantos estigmas y creemos diálogos que en la medida de lo posible propongan una apoyo sin pensar nunca en un movimiento que también es nuestro. Esto no es cosa de hombres, es una cuestión de género.


 

Dirección:

Elisa Guadalupe Cuevas Landero

 

Subdirección:

Citlali Hernández Castellanos

 

Edición web:

Arturo Oscar Suro Cruz 

Colaboran en esta obra, miembros de la comunidad universitaria de la FES Acatlán y de algunas otras facultades de la UNAM; así como miembros de otras instituciones públicas nacionales y extranjeras. Los escritos son propiedad intelectual y responsabilidad de quienes los escriben y los firman.

Editorial de la revista impresa: 

innovación editorial lagares México

 

Crisol Acatlán

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